Las diatribas de la amistad

Cuando pienso en amigos aparecen ante mi memoria algunas caras que representan y reflejan cierto perfil; éste converge en un decir común y reconocido por todos: “cada persona es un mundo”.

De lo más enriquecedor, además de divertido, en esta experiencia de vivir la vida y de verla pasar es: conocer gente, seres, personajes. Algunos a lo largo del tiempo se convierten en fraternales amistades, agradables allegados, encantadores colegas; otros por el contrario se trasforman en indeseables seguidores, individuos discrepantes, ceros a la izquierda, seres impertinentes, fastidiosos, pesados….Hay de todo y para todos los gustos.

En mi experiencia personal, como en la de muchos supongo, han existido innumerables personas que han desfilado por mi vida, muchas se quedaron, otras pasaron y montones se olvidaron. Para aquellas que quedaron siempre reservo un lugar especial. Cuando me siento y me pregunto ¿Cómo escogemos quien se queda y quien se va? De hecho, ¿existe realmente un proceso de selección? O es mero instinto, pura intuición. Creo ciegamente en que el ser humano busca el beneficio propio, consciente e inconscientemente, así que la amistad puede que sea simplemente un proceso natural de conveniencia e interés. No descarto ni me aferro a una teoría única sobre el tema, entiendo que pueden existir relaciones de amistad desprendidas, donde no reina interés particular y en donde no hay beneficio alguno ni conveniencia aparente, sólo un fuerte sentimiento de apego y lealtad, ¿poco inverosímil, no? Obviamente.

Nunca ha sido mi fuerte entablar amistad pero irónicamente si ha sido una de mis particulares mantenerla. Lo considero, muy personalmente, algo básico e imprescindible del hombre (no me pienso remontar a los antiguos filósofos para argumentar mi teoría, como siempre, es un escrito personal e indefenso).

Pasando al tema de selección, aunque espontáneo, es difícil. Escoger con quien te relacionas, en quien confías, a quien le abres las puertas del corazón, quien te aporta o no, es arduo trabajo. Pero aun más allá de este primitivo modelo de clasificación, existe algo que es aún más complejo: continuidad, prolongación. La amistad no parte de un ámbito en común, una familia, un vecindario, un colegio, un trabajo, un deporte, parte de una serie de gustos e intereses recíprocos. Como en todo tipo de relación, la amistad intima ciertos ingredientes: novedad, logros, admiración, complicidad, humor, llanto, rabia, competencia, paciencia, objetividad, prudencia, silencio, grito. Requiere tanto de un extremo como del otro. La amistad demanda «nunca» pensar que nos salvará de tristezas, soledades y desamores, nunca verla como imagen de seguridad y protección 24/7 (para eso esta la policía), por ultimo jamás idealizarla (para eso están los santos, el mas allá y Hollywood). Con esto claro, ya se aseguran un par de años de continuidad.

De amistades entrañables tengo ya suficiente, personas únicas en las que confió, a las que quiero y las cuales no me han acompañado en todo instante, ni han estado presentes en todos mis momentos claves, llámense estos buenos o malos, precisamente por esto las considero auténticas, porque han sabido distinguir sin egoísmo y con sincera perspectiva, que no para todos lo bueno es obligatoriamente bueno, ni lo malo es necesariamente malo.

La clasificación en cuestión de afectos es un punto justo a discutir, aunque suene risible y odioso, no todas las amistades se valoran igual, de hecho no son iguales. Existe cierta jerarquía: por tiempo, afinidad, ubicación geográfica, rutina, vivencias, historia entre otros.

En mi caso, tengo amistades que aunque ya no existe mucha compatibilidad ni contacto, sobreviven, pues son muchos años los que han pasado de conocerse (40 años) y existe cierto afecto. Hay amistades con menos años compartidos pero las mismas razones son las que apelan. Otras, aún esta la cercanía y la comunicación, pero sobretodo respeto la esencia, su perfil, sus valores, ya simplemente como un lindo recuerdo de alguien con quien existió algún tipo de complicidad. Las amistades de juerga. Las que comparten mil cosas en común, gustos afines, divierten. Las entrañables amistades de infancia que con el tiempo perduraron, que se han ido reencontrando y acertando cualidades que las han hecho inseparables, o al menos perennes. Por ultimo la amistad gobernante, la que abarca una medidita de muchísimas cosas, personalidades disímiles, de todo en común y al mismo tiempo de puntuales distintivos. La que se resume en inexplicables afines, extra dosis de cariño y lealtad, ¡esas miles de cosas en común y diez mil en desacuerdo! Por estas y más tipos de colosales e infinitas amistades me consagro afortunada de las que meticulosa e instintivamente he conservado.

A todos ustedes muchachos (sabrán quiénes son) que hacen parte de mi presente, los quiero y fue una total fortuna encontrarlos en el camino.

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About Erica

Puedo decir que soy colombiana de nacimiento (alma y corazón) y canadiense de arraigo, y por ultimo Española también de corazón (mas que de alma). Nací el 21 de enero de 1978, en Bogotá, casi once años los he pasado en Canadá a donde aterricé en 1999 con 21 años y una maleta llena de ilusiones, expectativas y fines que se han transformado con los años. Estudié Relaciones Internacionales en Colombia, la cual hasta el día de hoy considero la mejor decisión que he tomado en la vida y para lo que realmente tengo vocación, hice casi mitad de carrera pues luego decidí viajar a Canadá a estudiar ingles (como muchos en aquella época) y nunca regresé. En 2010 volví a Bogotá para terminar mi carrera, pues creo que “nunca es tarde” para hacer lo que a uno le inspira. Viví en Toronto hasta el año 2011, y trabajé en mil y una cosa, pero durante años hice carrera en una empresa auditora en el área de documentación por lo cual me considero experta en este campo más que en cualquier otra cosa. En el 2006 volví a retomar los estudios y realice una carrera técnica asociada con leyes que se conoce en Norte América como “Paralegal”, trabaje un tiempo con un abogado especializado en migraciones. Viví también en Montreal, fui a aprender francés (tentative a été faite) y lo hice a manera de herramienta visionaria para consumar algunas metas fijadas. Fue una experiencia inolvidable ya que Montreal es una ciudad encantadora. Me mude a Getafe, Madrid, en 2011 con quien ahora es mi esposo, considero España mi lugar feliz. Hoy vivo en Ginebra, suiza, sobrevivo y cuento los días para volver a mi amada 🇪🇸
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1 Response to Las diatribas de la amistad

  1. Avatar de yisus25 yisus25 dice:

    Interante POST…ya me estaban haciendo falta tus reflexiones de la cotidianidad. Sabes que me gustaría hacerte una consulta referente a unas traducciones que me están solicitando en inglés. (Pero no me parece apropiado hacerlo por acá). Este es mi correo hfaarnold@cantv.net,
    Gracias de antemano,

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